Child of the light

Child of the light
Jackson 5

sábado, 8 de mayo de 2010

Child of the light cap 1

Este fic está ubicado en la época de los Jackson 5 (allá por 1970 y algo XD)
Género: fantasía, ficción.
Sinopsis: Michael Jackson, un pequeño niño que posee una sensibilidad infinita,comienza a experimentar sucesos paranormales que van más allá de su comprensión.

Esta es la crónica de la experiencia de un niño de la luz.

Child of the light

Capitulo I

James Thompson era un joven, nacido y criado en los barrios bajos de la ciudad de Nueva York.
Siendo el mayor de seis hermanos, tuvo que adoptar el rol de padre ya que el suyo había aparecido muerto a mitad de la calle, tras una pelea de borrachos que se había salido de control. Su madre, hacía lo humanamente posible para llevar el pan a la mesa, pero los pobres esfuerzos de la mujer, pese a todo, eran insuficientes cuando a cubrir las necesidades de sus seis hijos se trataba; James no tuvo otra opción que dejar la escuela y comenzar a buscar trabajo.

Pero James tenía dieciséis años en ese entonces y muy pocas oportunidades se presentaban para los jóvenes de esa edad; si acaso llegaba a encontrar alguna oferta de empleo, esta era de horarios extremos y mala paga. Pronto, la escasez y la desesperación llevaron a James a aceptar los ofrecimientos hechos por parte de algunos de sus amigos que operaban como carteristas y que, a la larga le llevaron a formar parte de una pandilla de saqueadores de tiendas y bodegas.

El ascenso (o descenso) en el mundo criminal no se hizo esperar; pronto, el líder de la pandilla se asoció con las organizaciones criminales de grandes ligas, dándole al grupo trabajitos pequeños en sus grandes negocios, como golpeadores, mensajeros o centinelas; trabajos que iban desde vigilancias en los muelles, para dar el “pitazo” cuando se acercaban los “azules” a la zona durante un atraco, hasta cargar cajas con contrabando y transportarla a los puntos de almacenaje que poseían en la ciudad.

James, o “pequeño Jimmy”, como le apodaban en el grupo, pasó cuatro años trabajando fielmente para sus nuevos jefes; razón por la cual en esa noche, le habían encomendado algo que para ellos era de total importancia. Debía cuidar un embarque de mercancía en un viejo almacén; dicho embarque consistía en decenas de enormes cajas de madera, ¿qué había dentro de ellas? No lo sabía y no le importaba, solo sabía que ganaría quinientos grandes que significarían un mes de desahogo para su madre.

Solo debía pasar una aburrida noche en ese lúgubre lugar y el dinero sería suyo. No podía quejarse del todo, pues John, su amigo, le había dejado un emparedado, una revista, una linterna y una radio vieja que, si bien no era de lo más nuevo, si podía ayudarle a pasar más entretenido el rato.

Jimmy leía la revista mientras mordisqueaba el emparedado. Cansado de aquel pesado silencio, encendió la radio y comenzó a pasar estaciones. Buscaba el noticiero, quería saber quien había ganado la carrera en la que había apostado, pero la recepción del lugar era muy pobre, por lo cuál le costaba trabajo sintonizar. Pasó por un sin fin de ruidos, vagos sonidos que parecían ser música, hasta que pronto dio con una estación que lograba oírse bien.

Sonaba una cancioncilla por entonces en boga; el nuevo sencillo de un grupillo de “nenes sin cerebro”, cómo él solía decirles; la voz “chillona” del vocalista, proclamaba una y otra vez “I’ll be there”, ¿Cómo es qué podía gustarle eso a su hermana? Se preguntaba, pues la pequeña se volvía loca cada que esos “niños de chicle” aparecían en la T.V. se sabía las canciones al dedillo y no paraba de decir lo guapo que eran uno o dos de ellos, aunque no recordaba cual.

Jimmy tomó la radio dispuesto a reiniciar su búsqueda, cuando de pronto escuchó un sonido. Alarmado, dejó el aparato sobre una de las cajas, tomó la linterna y se aventuró a investigar de qué se trataba. Quizá no era nada de qué preocuparse, pensó, aunque siempre existía la posibilidad de que fuera la policía, en cuyo caso, tendría que salir como un rayo a buscar a Sam. El sujeto que le encargó la vigilancia. Jimmy dio unos pasos y sonrió al reconocer el rostro del recién llegado.

Abrió la boca para saludar, pero no alcanzó a decir nada, pues un destello, semejante a un relámpago, brilló delante de él, tras eso, la sensación de un terrible dolor, una punzante quemadura que le golpeaba de lleno en la frente y luego le atravesaba la cabeza, haciéndole caer pesadamente de espaldas al piso. Ya no tenía consciencia, ya no sabía nada, sólo alcanzó a escuchar unos rápidos pasos sobre el piso del almacén y la voz de aquel chiquillo que, con un gran sentimiento decía “I’ll be there”.

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